La belleza de lo deteriorado
Por Maria Sprowls*
Hemos acostumbrado a nuestra vista y a nuestro corazón a percibir la belleza; a tomarla de rincones y recovecos, de instantes y momentos que se acercan a la perfección. La belleza proviene de la armonía, de aquello que suspende la realidad perfecta por un momento, cuando de fotografía se trata. Sin embargo, pocas veces consideramos como algo digno de ser admirado a aquellas cosas que han sufrido modificaciones; que han sido maltratadas por el paso de los años. Para mí, la fotografía no es sólo lo que me permite fijar momentos armónicos en papel y haluros de plata, sino también capturar imágenes que viajarán en el tiempo, que ya han viajado en el mismo; que tienen historia. La belleza de lo deteriorado y lo percudido también tiene su encanto; una magia que reside en la curiosidad de pensar qué es lo que hace a algo tan bello y a la vez tan desgarrador. Fotografiar, como afirma Susan Sontag, es adueñarse de lo fotografiado. En mi caso, pienso que esto es cierto. Cada fotografía que he tomado se convierte no sólo en parte de una colección personal, sino que a su vez se convierte en algo que forma parte de mí mundo; en un pedacito de realidad que se añade a mi alma y esencia.
La belleza en la ruptura, en lo desgarrado, en lo destruido no siempre es perceptible y aceptada por nuestra mirada. Aún así, he intentado a través de esta serie plasmar como aquella ruptura, vejez y desgarramiento puede ser considerado como algo digno de considerarse bello, o al menos digno de capturar nuestra mirada, aunque sea por un instante.
* María Sprowls estudia la licenciatura en Ciencias de la Comunicación en el ITESM CQ. E-mail: mia_sprowls@hotmail.com
06 julio 2007
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