Manipulan organismos genéticamente
Foto: Especial
Según la OMS los cultivos de transgénicos ocupan poco más del 4% de la superficie agrícola del mundo.
Con 24 casos reportados, 2006 fue el peor año en incidentes de contaminación transgénica en el mundo.
Por Mauricio Velázquez *
En México, desde 1997 se empezó a importar soya, canola, jitomate y algodón transgénicos
Cuando hablamos de un transgénico o también conocido como organismo genéticamente modificado (OGM), nos referimos a aquellos organismos que han sido alterados genéticamente por la ingeniería genética. Éstos pueden ser desde una bacteria, hongo, planta o animal, a los cuales se les introduce un gen, que pertenezca a otro organismo, dentro de su cadena de ADN, y así poder cambiar o combinar las características de ambas especies. Esta modificación se lleva acabo mediante la manipulación de los organismos dentro de laboratorios, misma que servirá para hacer organismos más resistentes a las enfermedades, herbicidas e insecticidas, además de mejorar su calidad nutricional.
Este tipo de tecnología, que si bien ha sido vista con buenos ojos por la comunidad científica, por el avance que representa para la elaboración de productos con una mayor calidad nutricional, ha provocado una serie de controversias, preguntas y argumentos sobre su uso y distribución, ya que se cree que su consumo en exceso es dañino para la salud. Sin embargo la Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma en su página de Internet mediante un informe titulado “Biotecnología moderna de los alimentos, salud y desarrollo humano,” que los alimentos transgénicos que se comercializan actualmente son seguros, aunque remarcó que no hay que confiarse e invitó a seguir sometiendo estos organismos a exámenes de riesgos.
De igual manera la OMS asegura que los genes a los que se les han introducido a estos organismos, “están destinados a conferir a las plantas mayor resistencia ante plagas, y suelos secos, aunque aceptó que en algunos casos se han enriquecido con vitaminas.” La organización también indica que es necesario investigar los riesgos de contaminación de campos, y endurecer las leyes que controlan la distribución de estos alimentos, también añadió que estos tipos de cultivos pueden “aumentar la producción agrícola, la calidad alimentaría y la diversidad de los alimentos cultivados en una zona determinada”.
Fuera de las adulaciones sobre la producción de dichos productos, los campesinos consideran en riesgo la siembra de sus productos, pues al no poder pagar el uso de los transgénes, su siembra se puede ver contaminada por éstos a través del medio ambiente, lo que podría generar problemas legales, pues todos los transgénes están patentados, y esto a su vez llevaría a una crisis económica, pues se estaría hablando de una competencia desleal.
Algunos de las repercusiones en la salud que se han comprobado en los seres humanos por el uso de estos transgénes son las alergias y la resistencia a los antibióticos, estos últimos ocasionados por un gen utilizado en el laboratorio durante el proceso de manipulación genética, cuyo objetivo es facilitar el trabajo de los biólogos e ingenieros en encontrar las células para la modificación deseada.
A pesar de todos los argumentos expuestos anteriormente, en México se ha descuidado la Ley de Bioseguridad que exige a los productores de alimentos transgénicos etiquetar sus productos donde se exponga si se incluye este tipo de sustancias, por lo que urge una mayor atención por parte del Gobierno mexicano. Mientras tanto seguiremos ingiriendo alimentos que podrían representar un foco importante de enfermedades, pero si no quiere ser sorprendido por alimentos contaminados, visite la página de Internet de Greenpeace donde se expone una guía (Roja-Verde) que advierte y orienta al consumidor en la compra de alimentos transgénicos.
*Mauricio Velázquez estudia la licenciatura en Ciencias de la Comunicación en el ITESM CQ. E-mail: A00889814@itesm.mx
07 abril 2007
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
1 comentario:
Un tema oportuno sobre el cual todos necesitamos más información. Es un asunto polémico que enfrenta dos posturas con argumentos igualmente válidos. Es evidente que el autor se inclina por una de las partes (la visión de Greenpeace). A pesar de contar con fuentes con autoridad como la OMS, el autor nos deja ver su opinión condenatoria (sobre todo en la cabeza y el cierre del artículo). El tema da para toda una serie. Me parece que se puede enriquecer más el artículo si se consultan a expertos. Aquí mismo en el campus, hay especialistas e investigadores en el área de industrias alimentarias y agronomía que seguro tienen una opinión interesante y más calificada. ¿Por qué no consultarlos?
Publicar un comentario