26 marzo 2009

Del 9999 a las ONG y el Internet

Por Ivette Yáñez Soria

Porque hoy la ley y la tecnología te permiten hacer mucho más que regalar un peso de tu bolsillo.

nota1.2

Nueve, nueve, nueve, nueve…así canta Lucerito cada primer viernes de diciembre. ¿La razón del llamado numérico? Motivar a miles de mexicanos a participar donando un peso, cincuenta o lo que sea su voluntad para la causa del Teletón. Apenas hace un par de meses, recaudaron más de 440 millones pesos y lograron rebasar la meta prevista, como sucede en cada nueva edición del espectáculo.

Gracias a la energía de artistas poperos como Julieta Venegas y Emmanuel en el escenario, así como la insistente voz de Lucerito y cientos de voluntarios que llevan su botecito morado y amarillo por las calles y escuelas de México, se han abierto once Centros de Rehabilitación Infantil Teletón. Ciertamente, aquí reciben atención cientos de niños que se enfrentan al mundo con capacidades diferentes. De manera lateral, los empresarios evitan el pago de impuestos por medio de generosas donaciones públicas y nuestra conciencia se tranquiliza temporalmente.

Esto está ligado a la famosa pregunta: ¿doy o no doy limosna? Quizá no se trata sólo de eso. Existen diversas formas de participar, de ser ciudadanos y conversar con la sociedad. Una de ellas es a través de las Organizaciones No Gubernamentales, comúnmente llamadas ONG. Éstas son sociedades civiles sin fines de lucro, las cuales se dedican a unir esfuerzos para ayudar a un grupo específico generalmente marginado, también trabajan causas ambientales o políticas, todos finalmente son motivos sociales.

La década de los ochenta no sólo se trató de rock, peinados extravagantes y colores fosforescentes; fue una década de gran crecimiento y auge para las ONG, que en México sólo fueron nombradas como tales de manera oficial por el gobierno hasta 1992. En los noventas surgieron 3 mil 172. Actualmente rondan el mismo número. No obstante, la vida de las mismas está llena de problemáticas: es corta y siempre falta de recursos humanos, materiales y económicos. Efectivamente la vida es dura.

De acuerdo al Censo Nacional de Organizaciones Sociales del 2000, la sociedad tomó un papel muy activo tras el terremoto del 85. La ciudadanía comenzó a crear redes de apoyo. Particularmente, se dieron cuenta de que no todo se puede dejar en manos del gobierno y que, más allá de los legisladores, es necesario crear voces organizadas, tan participativas como exigentes.

Las ONG son un fenómeno relativamente reciente. Sin embargo, para que se mantengan vivas es necesario trabajar con proyectos autosostenibles, que una vez desarrollados puedan caminar solos. No se trata sólo de donar ropa a una casa hogar cada 6 meses, aunque sin duda también esto representa una asistencia para las instituciones. El objetivo a fondo es traspasar conocimientos, incitar la creación de leyes, hacer públicas las problemáticas y crear conciencia.

Si nuestra queja es la carencia de tiempo para participar en dichos proyectos, también existe la tecnología y el Internet a través del cual todos nos convertimos en autores de cambios y quizá hasta líderes de opinión. En la red se puede crear un movimiento entero, enterarse de lo que sucede en el mundo de manera generalmente gratuita, y acceder a un sinfín de información que podemos utilizar positivamente. El potencial es casi infinito.

Al final, sabemos que los dos pesos de la limosna son solamente la superficie de diversos problemas nacionales e internacionales, y el señor pidiéndola, no es más que uno entre millones de personas.

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