19 diciembre 2008

El Recortador de Paisajes

Por Daniel Alvarez Gorozpe

Buenos días, antes de decir mi nombre diré que soy un modesto reparador, mejor dicho: el RECORTADOR. Para los que no me han visto en la calle, porto mis tijeras del tamaño de un cuerpo humano adulto promedio, adquiridas en el extranjero y herramienta clave para mi empresa. Para los que ya me conocen, saben que me dedico a patrullar la ciudad en busca de arte urbano interesante, inédito, propositivo… Lo busco para admirarlo, pero he de confesar que empecé mi recortadora empresa por resignado, pues mi padre, al fin hombre de campo, dice que el hombre a los paisajes: “siempre les da en la…” con cada muro rayado, grafiteado, firmado (amarillos y de todos colores), cada vago maquillado (como él les dice) y miraba la foto de mi madre, fallecida hace varios años de una complicación médica que llevó a complicaciones familiares, laborales…

Pero volviendo a mi labor, recorto obras que retratan la vida urbana, pues aunque me corta la misma tijera que mi padre, lo que me gusta del hombre es que se expresa donde sea. Y recorto en la ciudad versiones nuevas de la expresión urbana (en las paredes, altos, postes de luz, esquinas) para llevárselas a mi padre, ya muy anciano, y decirle que son fotos de mi madre.  Él sonríe y me señala con su dedo tembloroso dónde colocarla para seguir decorando su cuarto con recuerdos de ella. Dice que aunque ahora esté ciego, confía en que su esposa le acompaña en el cuarto. Yo, por mi parte, protesto en silencio contra los que manchan la ciudad.

Arte, vandalismo o locura

Por Liliana Calderón

El arte urbano cobra cada día mayor popularidad en ciudades europeas y estadounidenses como: Londres, Ámsterdam, Berlín, NY y Chicago. ¿Será síntoma de una sociedad sin quehacer? Para algunos puede serlo, pero en algunas ramas de este arte se ha encontrado la forma de llamar la atención del resto de la sociedad en cuanto a temas humanitarios y políticos. También existen los que no buscan ir más allá del arte por el arte o de entretenimiento. No cabe duda de que los artistas urbanos son cada día más conocidos, aunque siguen siendo contados.

Sticker Art. Este tipo de arte urbano no se caracteriza por convertirse en protesta pero se ha vuelto muy popular en México.

Flash Mob. Creada por el periodista Bill Wasik. Saca a la ciudad de su rutina. Por Ej.: Utiliza grupos de personas para protagonizar peleas de almohadas.

Instalaciones. Christo y Jeanne Claude (1995) “Wrapped Reichstag”. El edificio fue envuelto en vinilo antes de su restauración, simbolizando la nueva Alemania.

Grafitti. Bansky utiliza esta técnica para hacer crítica a las autoridades, a la violencia y a la sociedad de una forma humorística

Entre Nosotros: Hecho en Querétaro

Por Edgar Contreras

Para no variar, mientras husmeaba la red encontré una página que resulta interesante para conocer y admirar parte del arte urbano que se encuentra en nuestra ciudad. Me refiero al Graffiti, perseguido por algunos y admirado por otros. En este site llamado Querétaro Graffiti Style, se encuentran galerías de graffitis totalmente originales y elaborados, así como de aquellos que la misma página denomina como ilegales. Además, se brinda la opción de mandar fotos de nuevos graffitis o de tus propias creaciones, así que si quieres conocer más sobre esta controversial forma de expresión date una vuelta por Querétaro Graffiti Style y checa lo que hay entre nosotros.

Mejores Artistas Urbanos

Por Rodrigo Ortiz

Blu. El museo Tate de arte moderno de Londres convocó a los mejores artistas urbanos para pintar la fachada de este recinto. Blu, de Bolonia, Italia; caracterizado por sus imágenes colosales en muros de edificios, fue uno de los elegidos. Blu es un referente obligado del arte callejero por la magnitud de sus obras, compuestas mayormente por imágenes mitológicas y monstruos.

JR. JR, fotógrafo francés, toma sus fotos y las convierte en pósters inmensos, comúnmente vistos en las calles de París. Este artista callejero retrata los rostros de personas de los barrios pobres o de minorías y las monta siempre con el rostro oculto. Para el Tate, montó la fotografía de un joven negro sosteniendo una cámara a manera de arma.

Sixeart. Sixeart es un artista plástico originario de Barcelona. Tuvo sus inicios en el graffiti en los años 80s. Este español emplea un estilo infantil en sus obras, plagadas de colores y formas bizarras, para expresar su preocupación por el rumbo que lleva el mundo. En la fachada del museo Tate montó a graffiti la imagen de un animal mutante.

Os Gemeos. Os Gemeos, en español “los gemelos”, son dos hermanos originario de Brasil: Otávio y Gustavo Pandolfo. Comenzaron su experiencia en el arte callejero a finales de los ochentas con la llegada de la cultura del hip-hop. Os Gemeos mezclan el graffiti clásico neoyorquino con raíces brasileñas, yendo mas allá del folklore o lo tradicional.

Nunca. Nunca, también brasileño, comenzó su arte a los doce años con un graffiti básico en las calles de Sao Paulo. Al paso de los años su arte evolucionó hasta comunicar elementos de la cultura brasileña antigua, incluso imitando la pintura propia. Nunca trata de reflejar la lucha de las minorías brasileñas dentro de la metrópolis que representa Sao Paulo.

18 diciembre 2008

Ruffo, un navegante de las emociones

Semblanza a un clown por Elizabeth Campos

Fotografías de Lilia Malagón

  • A sus 35 años, el Ruffo se siente vivo, siente que está en su mejor momento y se considera una persona feliz.
  • Él cree que " no hay nada  que no  se  pueda  solucionar  con un buen abrazo  y con una buena  sonrisa" y por eso al final del día una sonrisa le hace sentir que todo lo que él hace ya valió la pena.
  • Yo nazco en una familia medianamente pobre y la necesidad te hace hacer cosas. No precisamente estoy en la calle por necesidad… a lo mejor por necesidad de figurar y hacer mis cosas pero más que por necesidad económica,  tal vez en principio un poco por eso pero después se van convirtiendo en un arte, en un oficio, que definitivamente si viviéramos de esto, viviríamos muy mal.

Arturo hace Teatro de Calle y aunque la gente lo denomina de mil maneras, asegura que “todos están bien porque es ahí donde empieza el teatro callejero, desde un merolico que vende las yerbitas, el cómo te las expone y vende es una teatralidad compleja”.

Con doce años en la ciudad de Querétaro ha sabido mantenerse en el gusto de un público muy exigente, el de la calle. Nacido en el Distrito Federal, proveniente de una familia poco estable “somos una familia muy errante. A mi mamá le gustaba tener casas en diferentes lados”, decidió establecerse en esta ciudad porque sentía “necesidad de pisar tierra, de detenerme en algún lugar”.

Se inició a los quince años de edad en la Cd. de México con grandes amigos que se dedicaban a lo mismo, pero fue la ciudad de Querétaro la que lo atrapó. “mírala nada más, ¡es preciosa!” Además aquí conoció a su esposa con quien lleva 10 años de casado.

En su niñez, comenta que siempre fue muy retraído, en parte lo atribuye a esa vida errante que llevó. Por ello no tuvo apego por ningún lugar, ni por las personas. La relación con sus hermanos siempre ha sido de cordialidad, pero a la fecha los frecuenta muy poco porque siente que no sabe de qué conversar, dice que él no es gente “común” como ellos. Sin embargo, empieza a estudiar danza por influencia de su hermano, quien es bailarín. Sólo lo hizo por seguir un ejemplo porque “de chico no tenía ni idea de lo que quería ser. Realmente nunca pensé en llegar a hacer espectáculos y menos en la calle”.

Él utiliza la calle para experimentar “La calle nos da las tablas para poder presentarte en cualquier escenario. Aquí la gente de la calle es cruda, te dice: Tu espectáculo me aburre o ni te lo dice, simplemente se asoma y se va. Si un actor de teatro viene y se para acá en la calle, simple y sencillamente la gente se va. Tienes que tener esa magia para atraparlos  y esto de la calle te da esa magia”, afirma convencido.

En definitiva Arturo es un profesional de su trabajo, le dedica todo el día: “Yo creo que ahí es las 24 horas, vivimos para eso, te digo siempre estamos pensando en cómo hacer nuevas rutinas”. Al ser él una persona que entretiene a la gente, surge la interrogante de cómo se divierte él: “esa es mi diversión, mi mundo está ahí”. Corrige un poco y comenta que también le gusta hacer algunas otras cosas: “aunque claro, fuera de aquí pues me gusta escuchar música, no me gusta leer mucho, lo necesario la verdad. Lo que mi trabajo me va pidiendo. Ahorita estoy leyendo un libro que se llama El clown, un navegante de las emociones de Jesús Jare, un español amigo nuestro”.

A pesar de la crudeza de su profesión, de su sonrisa teatral, de su  pantomima liberadora, de su danza vanidosa, de sus silencios relajantes, El Ruffo es una persona con los principios de libertad, verdad y amor. Pero, en este mundo que es una teatralidad, en el que digamos estamos “castrados” sentimentalmente, sedados en ese sentido, él lo vive diferente y nos quiere maravillar, devolvernos ese ideal. Tal vez no se ha dado cuenta, pero mediante cada uno de sus actos expresa esa intención de estar cerca de la gente en su soledad, divertir en su tristeza o en su coraje, ser extrovertido en su timidez y romper paradigmas, porque aunque sea algo que le causa melancolía y lo aísla de los “comunes”, finalmente lo que persigue es una meta creativa, innovadora, demasiado impulsiva, hasta inmadura e incomprendida quizá en algunos puntos y a la vez nos logra maravillar con su visión aunque sea por unos breves minutos en sus actos. Creo que el teatro de la calle le da esa flexibilidad.